- Porque esta ciudad, como todas las ciudades, no dice su pasado pero lo contiene como las líneas de una mano -

mayo 24, 2007

EN LA PLAZA DE MAYO


Nuestro Primer "Shopping"






Plaza de Mayo hoy


Sabido es que esta zona guarda buena parte de nuestra historia.

La plaza, desde la fundación de la ciudad, ocupó un lugar destacado para el desarrollo de acontecimientos varios. La vida de la “aldea” se llevaba a cabo a su alrededor, como en cualquier ciudad de Europa; espacio de reunión, “para ver y ser vistos”, era el lugar elegido para todos los acontecimientos, felices y no tanto, simples o solemnes, tanto de la vida cotidiana como pública de sus habitantes.

Por aquellos días, todo era bastante diferente a cómo es hoy; sin entrar en detalles sobre el trazado de la ciudad, diremos que la manzana de Rivadavia, Bolívar, Irigoyen y Defensa, fue designada para ser nuestra “Plaza Mayor”, llamada posteriormente “Plaza de la Victoria”.

(La otra plazoleta, denominada “Del Fuerte”, recién se incorporará al paseo en 1890, al cerrarse la calle que las separaba).

Como mercado, era el punto donde se podían abastecer para cubrir las necesidades.



Plaza de Mayo Antigua


Veamos un poco como funcionaba

La venta era al aire libre, ofreciéndose la mercadería directamente sobre el terreno seco en verano, pero transformado en un lodazal en épocas de lluvias.
Se comerciaba desde productos comestibles hasta velas; pudiéndose conseguir pescados directos del río, perdices, pollos y gallinas.

Para la carne vacuna había que desplazarse a la calle Balcarce, y para las verduras y frutas, que llegaban desde las chacras y las estancias vecinas, hasta la calle Yrigoyen .

Había muchos desperdicios, olores diversos, bastantes perros salvajes a la búsqueda de restos; carros y carretas ubicados en cualquier lado, bueyes deambulando… La higiene era escasa.

De esa época nos llegan aquellos simpáticos personajes, típicos disfraces en las fiestas escolares del 25 de Mayo: “la mazamorrera”, el “vendedor de velas”, la “vendedora de empanadas”, que ofrecían sus productos a viva voz, en cestas preparadas, a nombre de sus amos.

Con el tiempo, con el fin de “ordenar” un poco esta manera de comerciar, se decidió construir, allá por 1803, sobre la calle Defensa, la famosa “Recova Vieja”.


Recova Vieja


Era una construcción de ladrillos cocidos, simétrica, que remataba con una terraza corrida con baranda de hierro y jarrones. Con dirección norte-sur; eran dos cuerpos de doce arcos cada uno, separados por un callejón, más tarde unidos por el llamado “Arco de los Virreyes”, de estilo clásico.

La “Recova”, albergaba un total de 40 cuartos pequeños (cuentan que bastante incómodos y sin ningún servicio) por los cuales se pagaba un “alquiler” al Cabildo.

En ellos se instalaron los zapateros remendones y los pequeños comerciantes que vendían carnes, objetos de bazar, ropa, velas, etc.; también podían “estacionar” los carros con pescados, frutas, verduras, pasto y leña.
En 1818 se le sumó la “Recova Nueva”, hasta mitad de cuadra por la calle Yrigoyen.

Y así, durante 80 años, funcionó como un “modesto centro comercial”.

Para concluir la historia, diremos que con el transcurso de los años, y en época de Don Juan Manuel de Rosas, se venden los terrenos. Hacia 1857, comenzó a tomar fuerza la idea de demolerla.

Siguió pasando el tiempo, voces a favor, voces en contra; hasta que, finalmente en 1883, se decide tirarla abajo, para poder unificar ambas plazas.

Cuentan crónicas de la época que, algunos comerciantes, se resistieron al desalojo permaneciendo en sus locales, hasta que se inició el desmantelamiento de la estructura con ellos dentro; el ver caer la mampostería, los convenció, rápidamente, de abandonar sus negocios.

Y la transformación de la Plaza continuó; pero esa es otra historia.
Esto es solo una pequeña muestra de todo lo que guarda el predio y sus alrededores; y que, seguramente, muchos desconocían hasta ahora.



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