- Porque esta ciudad, como todas las ciudades, no dice su pasado pero lo contiene como las líneas de una mano -

marzo 15, 2008

PLAZA SAN MARTIN - (Parte 1)

Has recorrido un largo camino...







Es uno de los espacios verdes más antiguos y también uno de los más bellos que tiene la ciudad; después de "Plaza de Mayo", es una de las que más significación histórica posee.


Ubicada en la que fuera una zona retirada del centro; su barranca al río marcó, durante mucho tiempo, el límite norte de la traza urbana de la antigua aldea fundada por Don Juan de Garay.


El área, alejada de la vida mundana, con una eremita y una cruz consagrada a San Sebastián, dio origen, según algunos, al nombre del barrio al que pertenece, "Retiro"; para otros la denominación se debe al magnifico caserón llamado, justamente, "El Retiro", propiedad del entonces gobernador de Buenos Aires, Don Agustín de Robles.


Historia:


Este último, hacia finales del siglo XVII, mandó construir una casa de descanso sobre lo que hoy es la calle Arenales, entre Maipú y Esmeralda, para lo que tuvo que pedir un permiso especial, ya que no estaba permitido a las autoridades, poseer propiedades en los sitios donde desempeñaban el cargo.

Levantado en tierras pertenecientes a Don Miguel Riglos (quien suele aparecer como su dueño), "El Retiro" era un lujoso palacio para la época.
Con vista privilegiada al río, contaba con 40 habitaciones (4 de ellas con capacidad para 200 personas), puertas y ventanas en madera tallada; 12 escaleras de acceso al piso superior, techo de cedro labrado, paredes con cuadros de imágenes y escenas religiosas y exterior de tejas.

Sus fiestas eran todo un acontecimiento, a ellas asistían lo más granado de la sociedad local con visitantes que provenían de ciudades del territorio del Virreinato del Perú y hasta de Europa.

Durante más de 20 años, fue orgullo y una de las casas más importantes de la ciudad; al concluir su mandato y no poder venderla, Don Agustín Robles la transfiere a Don Miguel Riglos.

Tiempo más tarde, la propiedad es adquirida primero, por la "Compañía Real de la Guinea Francesa" y, después, por la inglesa "Mar del Sud", ambas dedicadas a la trata de esclavos; por lo que, durante varios años, la zona fue asociada a esta actividad y al contrabando.
Los conflictos y las rivalidades entre España e Inglaterra, hicieron que el gobierno local confisque los bienes ingleses y se quedara con "El Retiro".


Hacia finales del siglo XVIII, encontramos el área ocupada, por un lado, por los "Cuarteles de Artillería" (en lo que sería el pié de la barranca y los terrenos linderos a la casa de Robles) y por el otro, la "Plaza de Toros" (Avda. Santa Fe, M.T. de Alvear, Esmeralda y Florida).


Inaugurada el 14 de octubre de 1801, fue la segunda construida en la ciudad (la primera estaba en el Barrio de Montserrat).
Realizada en material, con palcos altos de madera y gradas bajas, tenía capacidad para 10.000 espectadores y era muy concurrida en domingos y feriados; a las funciones de gala asistían las autoridades y las familias aristocráticas de la colonia.


Avanzando en el tiempo la zona fue cambiando de denominación:

Debido a los acontecimientos que en ella se sucedieron durante las invasiones inglesas (resistencia y defensa de la ciudad) comenzó a ser conocida como "Campo de la Gloria".


Suprimidas las corridas de toros y demolida la plaza, con los materiales se ampliaron los "Cuarteles del Retiro" y el sitio pasa a denominarse "Campo de Marte" por las actividad militar que en él se desarrolla.

Es aquí donde el Gral. San Martín prepara y entrena a su "Regimiento de Granaderos"; la pequeña fuente ubicada en el centro de la plaza recuerda el antiguo emplazamiento del cuartel.








Curiosidades :


* Ya en aquel tiempo, nos quejábamos de la diferencia de precios.
La entrada a la "Plaza de Toros de Montserrat" costaba solo 15 centavos, mientras que la de la "Plaza del Retiro" 2 y 3 pesos.


* La tauromaquia despertaba pasiones.
Según crónicas de la época, "El Ñato", era uno de los picadores más famosos; y era su habilidad la que lo salvaba de la justicia ya que era un conocido asesino. Recibió su merecido castigo al morir entre los cuernos de un toro.


* Las damas de la época no solían concurrir al espectáculo, pero si aprovechaban para pasear, "ver y ser vistas".


* En la Plaza del Retiro, también se ajusticiaba.
Se fusilaba siempre que el delito no fuera político.
En 1825, un joven falsificador, Marcelo Valdivia, acabó así sus días, por reincidente.
Ya había sido condenado por igual crimen pero se le conmutó la pena, condenándoselo a exhibirse en la plaza (más 8 años de prisión y luego destierro); hubo de sentarse en la Plaza durante 4 horas con los billetes que había falsificado, prendidos al pecho.
Estando preso volvió a las andadas y se lo aprehendió con una orden para su liberación que él mismo se había falsificado.


Continuará ...



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